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DESARROLLO DE SISTEMAS A LA MEDIDA:

UN CONCEPTO MAL ENTENDIDO EN LAS PYMES MEXICANAS

CONTENIDO

  • ANTECEDENTES

  • EL ORIGEN

  • LAS DESVENTAJAS

  • LAS ALTERNATIVAS DE SOLUCIÓN

  • CONCLUSIÓN

 

 

ANTECEDENTES

 

Durante 30 años de vida profesional he tenido oportunidad de involucrarme y conocer de cerca empresas, industrias y organizaciones de múltiples tamaños, desde diversos ángulos, ya sea como proveedor de servicios, como consultor, como empleado, o bien, como familiar, conocido o amigo de los dueños o administradores.

 

En todo este tiempo he podido observar la fuerte inclinación por hacer desarrollos de sistemas “a la medida”, lo que representa un fenómeno generalizado que realmente me ha llamado la atención, que en todo este tiempo ha perdurado y pareciera que se empieza a enquistar.

 

Por lo anterior, así como por mi formación y desempeño profesional como Licenciado en Ciencias de la Informática, siento el deber intrínseco, de apuntar y hacer notar este síntoma o problema de la PyME mexicana, por lo que considero necesario desmenuzarlo para cuestionar si se trata realmente de una práctica sana, económicamente viable, productiva y útil.

 

 

EL ORIGEN

 

Para nadie resulta sorprendente que la improvisación y el empirismo, eso sí, con grandes dosis de entusiasmo, esperanza, riesgos, creatividad, esfuerzo y trabajo, son las características que etiquetan a la gran mayoría de los emprendedores mexicanos propietarios de micro, pequeñas y medianas empresas (PyMEs), que involucran algo así como el 90% de las empresas mexicanas. Cabe la consideración de que bajo el concepto de Pequeñas y Medianas, estamos tomando en cuenta que una empresa mediana ya tiene una presencia importante en su mercado a nivel local o nacional, así como también emplea a una gran cantidad de gente para proporcionar sus productos o servicios.

 

Pero además de estas características, lo más sorprendente es que muchos de estos emprendedores son gente preparada, con estudios universitarios, algunos incluso en el extranjero, lo cual en la mayoría de los casos simplemente no se hace presente, dejando que predominen las decisiones del corazón, la experiencia o la intuición y no las que son productos de análisis metodológicos basados en información confiable.

 

Entre muchas de esas decisiones, me he encontrado recurrentemente con la decisión de desarrollar software o sistemas internamente, hechos “a la medida de las necesidades de la empresa”, sin profundizar realmente en lo que eso realmente quiera decir. Pero no estoy hablando de sistemas especializados o de propósito específico, para cumplir con una extraña función del negocio, diferenciadora, ni tampoco hablo de algún desarrollo de tecnología avanzada para hacer análisis moleculares; no, estoy hablando de la inclinación por desarrollar de manera interna la nómina, la contabilidad, las cuentas por cobrar, las cuentas por pagar, la facturación, el control de la chequera, el flujo y control de la producción o el control de inventarios y almacenes. Es en verdad increíble observar que todas estas empresas siguen pensando y están convencidas que su proceso es muy diferente al que realizan otras compañías, que ellos son únicos, especiales, y que por tales razones no hay otra opción que desarrollar un sistema que me resuelva “mi forma de hacer las cosas”, pero en forma automática… y esta es la primera conclusión.

 

Luego vienen los mitos, que son creencias también generalizadas de los encargados de las decisiones estratégicas, operativas, administrativas y de inversión, en este tipo de empresas:

  1. No hay sistemas en el mercado que cumplan o consideren en su lógica los procesos que yo tengo en mi empresa

  2. Los sistemas de bajo costo no resuelven mis necesidades

  3. Los sistemas adaptables a mis procesos son muy caros

  4. La consultoría es muy cara y tardada para adaptar los sistemas disponibles en el mercado a mis procesos

  5. Se van a enterar de mi forma de trabajo y de mi información (además de cómo evado impuestos y de cómo saco dinero para fines personales)

  6. Si incorporo un sistema del mercado tendré que atarme a proveedores y pagarles cantidades millonarias por licenciamientos y mantenimientos

  7. Si incorporo un sistema tendré que meter a mi nómina gente especializada y cara, o bien contratar constantemente asesoría externa

  8. Un joven universitario pude hacerme un sistemita que cumpla con mis necesidades, obviamente a un costo muy bajo (que no ponga en riesgo mi cambio de auto para el próximo año)

 

“Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia”. O… “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”.

En realidad algunas o todas estas expresiones podrían llegar a ser válidas (por algo surgieron), siempre y cuando estuvieran soportadas por un análisis objetivo de las alternativas disponibles en el mercado, así como una evaluación integral del costo-beneficio de cada una de ellas. El problema es que finalmente se toman como sentencias inapelables y no se da el espacio ni el tiempo para investigar, obtener información y evaluarla para tomar una decisión más sólida y rentable.

 

 

LAS DESVENTAJAS

 

Cuántas veces no hemos visto este tipo de sistemas a la medida, que son desarrollados por jóvenes profesionistas o técnicos programadores free-lance, sin una técnica depurada, sin documentación, sin plan y sin el diseño de una arquitectura adecuada que le permita crecer y ampliarse en forma ordenada en el futuro.

 

Son como las casas que surgen sin un plan arquitectónico: primero con la construcción de un cuarto que hace las funciones de toda la casa (recámara-sala-comedor-cocina-baño separado con una cortinita), luego se separa el baño con una puerta o fuera de la construcción inicial; y luego la cocina; para después construir otro cuarto más a un lado, o si ya no hay espacio, pues arriba; y se hace la escalera por fuera, a la intemperie; y así sucesivamente hasta que la propiedad se convierte en todo un laberinto, ineficiente, poco grata a la vista, sin un plano que la describa, sin una cimentación adecuada, sin luz natural adecuada, ni interconexiones planeadas entre las habitaciones, generando consumo de espacios para pasar de una habitación a otra con la implicada falta de privacidad, con instalaciones hidráulicas y eléctricas improvisadas, peligrosas y a la vista, constituyéndose en trampas mortales en caso de incendio, inundaciones o derrumbes.

 

Pues la anterior es una historia paralela a las que les ocurren a estos “sistemitas”, que primero se piden para resolver un sencillo problema de control cuyo volumen agobia a la empresa, pero luego tratan de ligarlo con otro proceso… y con otro… y con otro más, convirtiendo al producto final en un monstruoso sistema, lleno de chipotes, verrugas, parches y extremidades que no se utilizan, pero que alguien consideró que era necesario ponerlas en algún momento, o bien, por si se llegaran a ofrecer.

 

Y ojalá fuera como la casa que referí antes, donde si algo se descompone es relativamente sencillo traer al electricista, al plomero o al albañil, para que reparen el daño, pudiendo éste ser identificado de manera física, directa y rápida. No así si se trata de un daño estructural, que también salta a la vista con relativa facilidad, porque entonces no hay más remedio que tirar la casa y volverla a construir.

Pero el problema en el caso del “sistemita” es diferente y bastante más complicado de resolver, ya que por lo general solamente el que lo construyó podrá meterle mano (o seso) y buscar en “su propia lógica” la aparición de un error, ya sea de cálculo o de proceso o de decisión. Si algún tercero que sea osado intenta corregir la falla, primero existen los problemas de la falta de documentación del desarrollo, así como el problema de que esté disponible el código fuente (en caso contrario en lo referente al código fuente, no hay nada más que hacer, salvo volver a desarrollar todo el sistema); y luego, la enorme cantidad de tiempo que le llevará adentrarse en la lógica del programador original, para poder seguir el flujo de los programas hasta encontrar el punto de falla. Una vez encontrado el problema, puede ser que se corrija, pero la corrección desencadena excepciones no pensadas por el autor original, que a su vez detonan otros errores en otros lugares impensables, volviendo el proceso de corrección interminable y tortuoso, quedando el atrevido salvador en entredicho y reforzando la imagen de que quien creo el sistema “era un genio” y es indispensable que regrese para arreglar lo necesario. Pero si el genio desapareció o se perdió el contacto con él, entonces la trampa sin salida empieza la cuenta regresiva, como bomba de tiempo, hasta que detona, implicando a múltiples “culpables” de la decisión y requiriendo volver a empezar desde cero.

 

En este triste panorama lo que sucede al final es que se perdió dinero, se perdió mucho, muchísimo tiempo (desde el tiempo necesario para transmitir el conocimiento requerido hacia el programador para que éste pudiera construir lo que hizo, el tiempo de la programación del sistema, el tiempo de detección del problema, el tiempo de la supuesta solución y por último el tiempo para llegar finalmente a la conclusión de tener que volver a empezar), se perdió también mucha energía y esfuerzo; pero además, como efectos colaterales si se llegaron a generar crisis mayores, lo cual es frecuente, pudieron haberse perdido clientes, oportunidades o incluso hasta compañeros de trabajo o socios. En conclusión, todo esto puede traducirse literalmente en costo, es decir, en dinero prácticamente tirado a la basura.

 

Por otra parte, podemos tener la seguridad de que si hay algo que cambia de manera rapidísima y vertiginosa, eso es la tecnología en lo general. Pero en lo particular, estos cambios en su gran mayoría están basados en las facilidades que genera la velocidad de la evolución en las tecnologías de la información. Esta situación implica considerar importantes costos, que son necesarios para asegurar una inversión en el desarrollo de un sistema a la medida, ya que de no incurrirlos el sistema rápidamente se vuelve obsoleto. Evidentemente es algo que en la generalidad no se toma en cuenta en las decisiones de desarrollos internos de sistemas a la medida por parte de las PyMEs mexicanas, implicando que los desarrollos acaben finalmente en la insolvencia para poder cubrir los costos de su operación en ambientes tecnológicamente imposibles de mantener, al estar caducos y obsoletos. A esto debe sumarse que los autores originales de los sistemas a los que nos estamos refiriendo, normalmente sólo conocen el lenguaje que utilizaron para programarlo y se compenetran de tal forma en su herramienta, que pierden de vista los avances en otros lenguajes, o en el mismo lenguaje que utilizan, los cuales se renuevan en el mercado con gran dinamismo, dificultando poder estar al día en las todas las mejoras que se van liberando. Pero alrededor de los ambientes de las tecnologías de información no solo cambian los lenguajes, también evolucionan las máquinas, sus componentes, sus sistemas operativos, los periféricos que permiten dar entradas y salidas a los sistemas, los medios de comunicación, las bases de datos, en fin, múltiples variables que hacen complejo y costoso el poder mantener un sistema hecho a la medida, si realmente se asume ese compromiso. Y eso es precisamente lo que se pierde de vista cuando se toma una decisión de esta magnitud, y es donde el costo-beneficio empieza a poner en el juego a la alternativa de mejor comprar un sistema disponible comercialmente.

 

Finalmente también debe hacerse notar el empecinamiento por querer contar con un sistema hecho a la medida, que en resumen significa que haga las cosas tal y como las hacen los administradores o dueños de cada PyME o como las hacen los profesionistas o auxiliares que ejecutan las actividades de gestión o producción en sus empresas. En muchos casos es por el desconocimiento de la existencia del concepto de “buena o mejor práctica en el mercado”, lo que quiere decir que existen en el mundo métodos de trabajo para labores de índole generalizada, que representan las mejores y más eficientes maneras de ejecutar estas actividades. Podrían ser algo así como las normas y estándares internacionales de calidad o como los principios de contabilidad generalmente aceptados, que son universales y válidos para todos.

 

Es una constante (y muy interesante) la creencia en muchísimas PyMEs de que son “distintas” o “especiales”, y que ello justifica que las tareas y controles administrativos deben por lo tanto ser también diferentes y especiales. Esto genera gran reticencia a aceptar que hay métodos generalmente aceptados como las mejores prácticas y que les son aplicables también a esas empresas no obstante su tamaño, sus “especialidades” o “diferenciadores”. Más allá de la apertura para aceptar con esta actitud que existen sistemas disponibles en el mercado que resuelvan sus flujos operativos, el no aceptar la existencia o la adaptación hacia estas prácticas también tiene efectos directos al negocio como tal, pues implícitamente se está induciendo a realizar procesos ineficientes, rebuscados, con pasos innecesarios, que agregan tiempo y costo a la cadena de valor mermando la productividad y la utilidad de la empresa.

 

Hasta aquí he mencionado desventajas del desarrollo interno de sistemas a la medida para las PyMEs mexicanas tales como:

  • Se convierte en un sistema perene, sin documentación, sin control por parte de la empresa y en manos de quien lo desarrollo, con cuestionable disponibilidad del código fuente para intentar futuras correcciones por terceros, adoleciendo de técnica, estructura, orden, análisis y planeación en su construcción.

  • Esto implica que el sistema se vuelve difícil de mantener, tanto en el caso de presentarse errores, como en el caso de ser necesario realizar modificaciones por cambios internos o externos que impactan el flujo automatizado por el sistema.

  • Asimismo está implícita la desventaja de mantener vigente tecnológicamente al sistema, condenándolo a una rápida obsolescencia tecnológica al presentar múltiples problemáticas para su conversión hacia las nuevas tecnologías que constantemente están surgiendo.

  • También se considera una importante desventaja, el aferrarse a que los sistemas a la medida se apeguen a “pie y juntillas” a la forma tradicional de hacer las cosas en la PyME, perdiendo con esto la oportunidad de analizar sus procesos para convertirlos hacia mejores prácticas, con lo que se lograría mayor eficiencia, productividad y rentabilidad.

  • Otras importantes desventajas referidas fueron las considerables pérdidas de dinero, tiempo, esfuerzo.

  • Además de la posibilidad de impactos en el negocio y en la organización, como pérdida de oportunidades, clientes, empleados o socios.

  • Incluso está latente la desventaja de que por la falta del sistema, se pueda llegar a incurrir en incumplimientos en el pago de impuestos u obligaciones con terceros que también se traducen en multas, dinero y costos.

 

 

LAS ALTERNATIVAS DE SOLUCIÓN

 

Antes de decidir entre emprender el desarrollo de sistemas internamente y adquirir un sistema disponible en el mercado, es necesario evaluar el costo total de ambas alternativas, que no termina ni considera únicamente el costo del desarrollo, o bien, el costo del licenciamiento y mantenimiento anual de un sistema adquirido.

 

Desarrollo de sistemas a la medida.

 

El desarrollo a la medida no es malo en sí mismo, depende de cómo y para qué se use, así como del costo-beneficio que represente el poder lograr un adecuado retorno de la inversión realizada.

 

Asimismo, para evitar que un desarrollo de este tipo se vuelva obsoleto en poco tiempo, la decisión de crear un sistema a la medida debe ir acompañada de una estrategia de mantenimiento y actualización tecnológica, que le permita a la inversión continuar siendo vigente y que no se deprecie su valor en corto tiempo, sino que el conocimiento y experiencia (know-how) que normalmente se plasman en el sistema, perduren en el tiempo y se conviertan en un activo material de la empresa, de manera que incremente su valor.

 

En el caso del desarrollo interno debe cuidarse especialmente quién va a desarrollar el sistema, con particular cuidado en su experiencia, actualización, infraestructura, sociedades y certificaciones con fabricantes de tecnología, permanencia y evidentemente el costo. También debe solicitarse un plan del proyecto del desarrollo, así como un documento de arquitectura y diseño del sistema a fabricar, basado en una especificación, lo más detallada posible, de los requerimientos por parte de quienes serán los usuarios, que deben ser matizados por alguien que con conocimiento de mejores prácticas pueda revisar aquello que sea aplicable y lo que no, explicando y haciendo entender a los solicitantes las razones por las que un requerimiento específico puede no ser necesario o incluso reemplazado por alguna opción de funcionalidad, actividad o procedimiento más eficiente.

 

Como se comentó con anterioridad, se debe considerar también el costo del mantenimiento anual del sistema, para mantenerlo tecnológicamente vigente y funcional. Se debe considerar contar con las licencias legales del software de desarrollo, bases de datos, reporteadores y demás elementos involucrados en el desarrollo y operación del futuro sistema.

 

Otro costo sumamente importante, aunque en términos de cantidad sea realmente marginal, es el costo de registrar la propiedad intelectual y derechos de autor del sistema desarrollado a nombre de la PyME, protegiendo legalmente con esto la importante inversión realizada en su creación. Estos trámites se pueden hacer directamente ante el Instituto Nacional de la Propiedad Intelectual (INPI) y demás organismos encargados de garantizar y proteger la propiedad de obras intelectuales como es el caso de un sistema informático.

También podría contemplarse el apoyo de un despacho de abogados especializado en esta materia lo cual facilita mucho el camino con una orientación adecuada.

 

Cuando un sistema desarrollado internamente es registrado y se tiene el cuidado de mantenerlo tecnológicamente vigente, entonces el sistema pasa a formar parte de los activos de la empresa y con ello le agregan valor.

 

Cuando se evalúa desde esta perspectiva un sistema que será desarrollado y mantenido internamente, y sobre todo cuando los requerimientos de mayor funcionalidad para este nuevo sistema empiezan a crecer, entonces se puede uno concientizar de la necesidad de valorar también el escenario de comprar un sistema ya disponible en el mercado.

 

 

Adquisición de un sistema disponible en el mercado.

 

Así, otra alternativa de solución es voltear la mirada hacia la gran cantidad de sistemas disponibles en el mercado, incluso los más simples, los cuales en su gran mayoría ya incorporan estas mejores prácticas estándar tanto en las ramas productivas como en las de administración y gestión de los recursos y los procesos. No se debe perder de vista que implementar estos sistemas y adaptarse a las mejores prácticas, no es un capricho de sus fabricantes o de los consultores que los implementan, sino que representan la gran oportunidad de eficientar los procesos internos en las PyMEs para hacerlas más productivas y rentables. Ciertamente la situación es tal en nuestro país, que tomar esta decisión muchas veces implicará hacer profundas reingenierías, sobre todo hablando de empresas medianas. Pero hablando de empresas micro y pequeñas, en realidad no hay mucho que cambiar, sólo es hacerse el propósito de adaptarse a los flujos naturales propuestos por la lógica de los sistemas, con conocimiento de las ventajas que eso les representará en el corto plazo.

 

En el caso de adquirir (licenciar el uso) de un sistema comercial, los principales cuidados que hay que tener y considerar en la evaluación del costo total, son los diversos esquemas de licenciamiento que se puedan obtener de parte del vendedor, ya que éstos pueden representar la mayor inversión, pero sobre todo el mayor gasto cuando se trata del pago de las tarifas de mantenimiento y soporte en forma anual. En este tipo de sistemas es precisamente mediante el pago del mantenimiento anual, que se logra sustituir la fuerte carga de costos que implica mantener actualizado un sistema desarrollado internamente, ya que en este caso ayudan mucho las economías de escala logradas por el fabricante del sistema comercial, las cuales finalmente se dividen entre todos los clientes que adquieran el software, asumiendo el fabricante la responsabilidad de mantenerlo vigente tecnológicamente, teniendo que adaptar su sistema al ritmo de los cambios y pautas que el medio ambiente de las tecnologías de información vaya marcando.

 

Una importante ventaja que tienen actualmente los sistemas comerciales, es que son modulares y en muchos casos puede adquirirse solamente el licenciamiento para los módulos que realmente se requieran en un momento dado, teniendo la facilidad de crecer modularmente conforme la complejidad de la operación de la compañía lo vaya requiriendo.

 

También en la actualidad, existen ya múltiples sistemas comerciales disponibles en “la nube” bajo el concepto de Software como Servicio (SAAS por sus siglas en inglés), lo que representa grandes ventajas para evitar administrar infraestructura para el sistema, la administración del propio sistema, así como las actualizaciones del software, todo lo cual queda bajo responsabilidad del fabricante. En estos casos son comunes los esquemas de pago en mensualidades por el uso del sistema.

 

Los sistemas comerciales normalmente cuentan con una documentación ordenada y ayudas en línea para los usuarios, lo cual facilita los procesos de ambientación, capacitación y soporte para la solución de problemas, ya sean operativos o del propio software. Asimismo, el pago de la cuota anual de mantenimiento y soporte, permite el acceso a las nuevas versiones del sistema que se vayan liberando durante el año de servicios, así como el acceso al soporte por parte del fabricante, el cual se realiza por diversos medios que pueden ser desde chat en línea, correo electrónico, telefónicamente, videoconferencias, tomando el control del equipo del usuario, e incluso se puede ampliar el servicio firmando contratos adicionales con los proveedores para que proporcionen horas de soporte presencial, para los casos que lo justifiquen.

 

Otro factor de costo importante a considerar en la adquisición del licenciamiento de uso de un sistema, es la necesidad de consultoría para su implementación, cuyo costo puede estar en cualquier cantidad de rangos de precios, aunque normalmente están asociados al costo del licenciamiento, siendo lo normal una proporción de uno a uno. La implementación del proyecto debe considerar desde la facilitación del cambio en la empresa para preparar a los usuarios a adoptar la nueva forma de trabajo, pasando por la capacitación, documentación de la configuración realizada, hasta llegar a la documentación de los procedimientos bajo los cuales habrá de operar la herramienta dentro del entorno de la PyME que lo adopta.

 

En ambos casos, es decir, tanto en la decisión de desarrollar un sistema, así como en la alternativa de comprar la licencia de utilizar uno comercialmente disponible, se debe considerar para el costeo integral, la inversión o el gasto en la infraestructura necesaria para la operación del sistema, incluyendo el ambiente de cómputo (servidores con la suficiente capacidad de proceso que pueden ser físicos, virtuales o estar en la nube), el almacenamiento, el monitoreo de la aplicación, los medios de comunicación y transmisión de datos con sus correspondientes anchos de banda, los respaldos y guarda de los mismos en lugares seguros, las posibles necesidades de personal o bien el pago por estos servicios a terceros, así como los planes de contingencia en caso de desastre; todos estos entre los más importantes factores.

 

 

CONCLUSIÓN

 

Con base en mis experiencias profesionales, sostengo la hipótesis de que la tendencia de las PyMEs mexicanas por desarrollar internamente sistemas a la medida, es un aspecto cultural del empresario mexicano, influenciado y determinado por múltiples factores y costumbres, donde por lo general predominan las decisiones en función del gasto inmediato, de las creencias y de los sentimientos, más que del análisis y evaluación de alternativas en forma objetiva, con método, cualitativa y cuantitativamente.

 

Esta tendencia está influenciada por la falta de entendimiento de las implicaciones que tiene mantener vigente su sistema, tanto tecnológica como funcionalmente, pero también se ve fuertemente influenciada por otros dos factores: a) el desconocimiento de los sistemas ya existentes y disponibles en el mercado, con su correspondiente costo-beneficio, comparado contra la decisión de desarrollar a la medida; y b) el desconocimiento de la existencia de las “mejores prácticas” de gestión administrativa, de la producción, de un área comercial, etc., que son procesos que se han ido universalizando al aceptarse de manera generalizada, como la mejor forma de llevar a cabo diversas actividades a través de sistemas de información.

 

Para garantizar la vigencia tecnológica es necesario tomar en cuenta los costos asociados no sólo al desarrollo o fabricación del sistema, sino los costos tecnológicos asociados con su mantenimiento: actualizaciones de versiones de lenguajes, sistemas operativos, bases de datos, a los nuevos equipos disponibles para el cómputo, almacenamiento, entrada o salida de la información. Si estos costos no se consideran, en un plazo de no más de 3 años el sistema creado seguramente ya ha caído en obsolescencia tecnológica.

 

En lo referente a la vigencia funcional, debe el empresario debe tener claro que no sólo se trata de llevar a cabo la programación de un sistema que resuelva un problema específico, que normalmente es que más duele en la PyME, sino que se debe realizar un análisis profesional de los procesos de la empresa para evaluar el alcance requerido apegado a mejores prácticas, con sus correspondientes prioridades y etapas que deba abarcar hasta quedar terminado. Esto permite hacer una planeación adecuada de los componentes y necesidades futuras del sistema y del modelo de datos que lo soportará. Evidentemente que la vigencia funcional también dependerá de los elementos que deje disponibles quien construya el sistema, es decir, un código fuente disponible, creado con técnica, documentado y normalizado (comentarios, nomenclatura, campos en base de datos, etc.)

 

Finalmente, si el proceso o problema que se desea automatizar considera todos los costos y tiempos que involucra el desarrollar un sistema a la medida, comparados con los costos de soluciones disponibles en el mercado, una vez valorado sus costos totales de operación y mantenimiento (más allá del mero costo de licenciamiento), y se obtiene una evaluación de costo-beneficio a favor de emprender le desarrollo, sólo así se justificará metodológicamente la inversión. En este caso la PyME deberá cuidar su inversión haciendo lo necesario para registrar su obra (el sistema), para proteger legalmente la propiedad intelectual y los derechos sobre su uso.

Con ello el sistema demás se convierte en un importante activo de la empresa, incrementando su valor.

 

Un problema adicional a lo abordado en este artículo, sucede cuando algunas de estas PyMEs llegan a convertirse en grandes empresas, y no obstante el tamaño alcanzado, siguen arrastrando las costumbres de la empresa familiar, con una cultura empresarial poco o nada institucional y con gran cantidad de vicios como los antes referidos, que se vuelven difíciles de extirpar, generando problemas comerciales, económicos e incluso sociales y culturales a nivel nacional. Ejemplos hay muchos.

 

No cuento con información o referencias del resto de América Latina, pero sospecho por los perfiles económicos, culturales y de educación de su población, que este es un mal endémico de toda la región, por lo que los comentarios y retroalimentación del lector me resultarán muy enriquecedores y de invaluable utilidad.

 

Rafael García Rojas V.

Consultor en Tecnologías de la Información

Octubre, 2013

 

 

 

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